La Creación del Hombre según la tradición judeo-cristiana
“7
Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló
en su nariz un aliento de vida. Así
el hombre se convirtió en un ser viviente”. (Gn 2, 7)
La Creación del Hombre según los Griegos
Prometeo crea al hombre,
modelándolo en barro. Luego sintió
pena de su creación, viéndola tiritar en las frías noches de invierno, y
decidió robar el fuego de los dioses
después de que Zeus no estuviese de acuerdo con su idea de ayudar a los
humanos.
La Creación del Hombre según los Mayas
La historia maya de la creación
de los quiché es el Popol Vuh. El hombre
fue creado del fango sin mucho
éxito, posteriormente se crea al hombre a partir de madera con resultados igualmente infructuosos, después de los dos
fracasos se crea el hombre en un tercer intento, esta ocasión a partir del maíz y se le asignan tareas que
elogiaron a dioses.
La Creación del Hombre según los Pampas
“Chachao se
aburría en la eternidad del Cielo. Quiso bajar a la tierra aún anegadiza y
lluviosa donde las cosas eran efímeras y mutables… Gozó el indio Viejo, que era
solamente un eterno niño, ensuciándose las manos y chapoteando la tierra
anegadiza; moldeó con barro figuras
de fantasía y ensayó soplarlas para infundirles vida. Así fueron creados los
animales... Vio su imagen reflejada en una
laguna y tuvo el capricho de reproducirla en estatuillas de dos pies que
vestían como él chiripá y poncho. No
eran reproducciones perfectas, pues el Viejo estaba de buen humor y solamente
buscaba reírse de si mismo… Ocupado en espantar al ñandú no se dio cuenta
Chachao que su hermano Gualicho había descendido a la tierra y le gastaba la
broma de soplar las caricaturas
bípedas acabadas de esculpir. Se
llenaron de espanto ambos hijos del Cielo cuando vieron a los objetos de barro
moverse y discurrir como si fueran dioses.
Chachao escapó horrorizado por la Vía Láctea; con su cuchillo de piedra cortó el
camino del Cielo para que los monstruos no subieran. Dejó a Gualicho en la tierra en castigo de
haberles infundido el aliento divino a unos grotescos y efímeros monigotes de
barro… De esa travesura de un niño nacieron los hombres, híbridos de un aliento de dios en una envoltura de barro perecedero…”
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